Mujeres y medio rural, otra narrativa es posible
«Pero, ¿quiénes son los que cuentan sus historias? ¿Quién se preocupa de rescatar a nuestras abuelas y madres de ese mundo al que las confinaron, en miniatura, convirtiéndolas solo en compañeras, apartándolas de nuestra narrativa, y reduciéndolas a un aspecto insignificante? ¿Quién escribe realmente sobre las manos que han cuidado nuestro medio rural?»
Publicado en eldiario.es
La mano que cuida, mujeres en el medio rural
«¿Podrán las mujeres del medio rural plantearse hacer la huelga y llevar adelante sus reivindicaciones al no tener el reconocimiento adecuado? La decisión de parar en una huelga no es tan solo un asunto individual, sino que forma parte de un equilibrio donde grupo, reconocimiento e identidad son esenciales.»
Publicado en Apuntes de clase.
Cortafuegos
«Esa es mi patria, la de los hombres y mujeres que han estado muriéndose solos, cubiertos de musgo y pájaros esperando que alguien los descubriese, que empiezan a dejar de avergonzarse de lo que son y que al fin se imponen haciéndose oír, dejando miguitas por nuestros caminos, sí, aquellos y aquellas sin nombre y sin voz, los de las manos manchadas, los del sudor en la frente, los del olor a campo y regusto a tierra siempre mojada.»
Publicado en eldiario.es
La vida rural que les estropea la foto
«Quizás, es por eso, que muchos caen en el error de imaginar el campo y todo lo que conlleva como una vía de escape. Una narrativa sin lenguaje, límites ni normas que puede adaptarse perfectamente a lo que ellos esperan. Una bonita postal donde poder elegir qué quieres que aparezca e interaccione contigo. Una imagen idílica pero plana que se rompe cuando sus habitantes aparecen y rompen el encanto. Ese paisaje emocional inventado antes de llegar al lugar, pero que termina fallando, mientras los visitantes observan, decepcionados, como se esfuma, por culpa, fíjese usted, de sus propios protagonistas.»
Publicado en eldiario.es
El poema que se escribe caminando
«Nuestras zapatillas están llenas de polvo, comienzan a desgastarse. Hace muchísima calor pero sonreímos. Alguien silba a una oveja que se extravía, el perro vuelve a correr en círculos para reunir al rebaño, con decisión y sigilo, como debería terminarse un poema, me digo. Recuerdo un libro de apicultura de mi abuelo donde leí que “insistiendo, insistiendo, es como se aprende”, mientras las ovejas van haciéndose cada vez más pequeñitas, confundiéndose con el horizonte. Caminando. Como lo dice la propia palabra trashumancia: siempre, siempre en continuo movimiento. Como la misma vida, como la infinita escritura.»
Publicado en El Español.